Baltimore, USA.
Como se observa en el video, un afroamericano persigue sigilosamente a un hombre blanco y lo golpea brutalmente por la espalda con un ladrillo, alegadamente como parte de un nuevo “challenge” denominado “Crack-a-Cracker”.
Como parte del challenge, al momento de cometer
el hecho, un compañero debe grabarlo, para luego subirlo a las redes sociales.
Estas acciones serían una forma de protesta y venganza por los constantes
reclamos de ciudadanos afroamericanos, quienes alegan que los agresores,
especialmente oficiales policiales, son protegidos por el sistema de justicia
norteamericano.
La violencia policial contra ciudadanos
afroamericanos como George Floyd no es nueva en Estados Unidos. Desde él hasta
el pequeño Tamir Rice de 12 años, repasamos diez crímenes de la última década a
manos de policías que los asfixiaron o les dispararon, siendo las balas la
principal causa de muerte de las personas negras. Pese a ello, las
declaraciones de inocencia de los responsables pesan más que las condenas.
Tres días después de la muerte de George Floyd, el expresidente estadounidense Barack Obama dijo estas palabras: “Esto no debería ser normal en los Estados Unidos de 2020”. La cuestión es que el caso del joven afroamericano, fallecido a los 46 años, no solo es habitual; sino que es una violencia policial arraigada en el país, con componente racial, desde más allá de los disturbios de Detroit (Michigan).
Este tipo de conducta, en especial este challenge, ha sido catalogado como Intento de Homicidio.
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